lunes, 26 de noviembre de 2012

El trabajo

Trabajar significa hacer algo con esfuerzo, es decir, poner en función las potencias físicas y mentales para obtener un producto. Supone forzar o violentar un estado de cómodo inmovilismo y, por lo tanto, requiere que se utilice la voluntad. Cuando ésta es vigorosa, el trabajo se realiza sin problemas y uno es capaz de regular su intensidad y duración según se precise, bien para cumplir las obligaciones de su própia actividad laboral, o bien para realizar otras funciones que se haya impuesto a si mismo.

Por el contrario, cuando la voluntad no es consistente, resulta muy difícil doblegar la resistencia natural del ser humano a ponerse a actuar. La actividad, como el movimiento, necesita una fuente de energía y si ésta no tiene la suficiente potencia, no será posible vencer la inercia. El trabajo obligatorio no se ejecuta o se hace mal y el voluntario jamás se iniciará.

Así pues, el trabajo es la única forma segura para lograr lo que uno quiere realmente. Decia el doctor Marañón cuando alguien alababa su buena suerte: "Es verdad. No se lo que me ocurre. Cuanto mas trabajo, mas suerte tengo". Hay que fortalecer la voluntad para ir adquiriendo el hábito del trabajo o, si se prefiere, la virtud del trabajo que es la diligencia. Las personas diligentes encuentran siempre tiempo y ocasión para mantenerse ocupadas. El vicio opuesto a la diligencia es la pereza, la cual constituye un obstáculo muy grande para el desarrollo de la voluntad, porque no es enemigo declarado, sino artero. El perezoso no manifiesta abiertamente su resistencia a actuar. Por el contrario, mantiene la intención de hacerlo, pero siempre está encontrando excusas para no comenzar. !Atención a la pereza!. Si no se la vence, todos los buenos deseos y buenas intenciones habrán sido inútiles. 

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