sábado, 28 de diciembre de 2013

El pensamiento más estimulante

La sensación de estar obrando siempre de acuerdo con la propia conciencia genera  los pensamientos más estimulantes. Los sentimientos de empatía son siempre los mas valiosos.

domingo, 9 de junio de 2013

El tesoro del tiempo (II)

Ya se ha dicho que el tiempo es un bién escaso y también irremplazable. En la vida diaria, hay que estar haciendo cosas continuamente. Cualquier labor necesita un tiempo y es conveniente no dilatarlo más del necesario, pués así se podrán hacer más cosas. Un comerciante de frutas comentaba que se levantaba todos los dias a las cuatro de la mañana para preparar el género y, cuando veía a la gente que comenzaba a trabajar a las ocho o las nueve, se maravillaba de la cantidad de cosas que él habia hecho ya a esas horas.

Aprovechar bien el tiempo es una necesidad para cualquier persona que quiera desempeñar una función o realizar algún trabajo. Sin embargo, no todo el mundo está preparado para evitar las circunstancias que ocasionan las pérdidas de tiempo. Su cabal aprovechamiento constituye una habilidad personal, innata en algunos, pero que, en la mayoría, tendría que ser aprendida y practicada, una y otra vez, hasta que se transformase en hábito. Los factores básicos de tal habilidad son la fuerza de voluntad (como siempre), la capacidad de concentración, la organización y la resistencia a las interrupciones. El aprendizaje de la habilidad debería comenzar en la escuela, procurando que los niños tomen conciencia de su importancia desde  sus primeros pasos en la enseñanza  Una vez en posesión del hábito, se pueden encontrar momentos para todo. Entre tarea y tarea, siempre hay unos ratos muertos que se emplean para descansar, reponer fuerzas, desplazarse de un lugar a otro, etc.. Debe intentarse minimizar tales tiempos muertos o, mejor aún, aprovecharlos para realizar otras pequeñas tareas que, sumadas, pueden dar algún fruto estimable. El hijo del doctor Marañon decía que su padre era un trapero del tiempo porque no dejaba escapar ni un solo retal, aprovechando cada minuto que le dejaban libre  sus ocupaciones habituales. Así se explica la ingente obra científica y literaria que nos ha dejado en forma de libros, artículos, conferencias, etc. y que hubo de realizar fuera de sus largas jornadas de trabajo como eminente profesional de la medicina.

Si en el terreno personal es muy conveniente no derrochar el tiempo disponible, en el mundo empresarial y del trabajo es absolutamente imprescindible. Cuando se alcanzan los mismos resultados en un tiempo menor, la productividad aumenta y ese es uno de los efectos más perseguidos en todas las técnicas de organización empresarial. La gestión del tiempo, como instrumento para mejorar la productividad, es, por lo tanto, la piedra angular de todos los planes de organización del trabajo.

La primera consideración para abordar la gestión del tiempo es tomar conciencia de que toda labor lleva su tiempo, cuanto menos, mejor, pero siempre, alguno. Es lo que se conoce como la variable tiempo, la cual, a veces, no se tiene en cuenta cuando los encargados de asignar las tareas se limitan a ennumerarlas y exigirlas de inmediato ("esto lo quiero para ayer"). En la gestión del tiempo, como parte esencial de la organización, es necesario identificar las causas que motivan los retrasos en el transcurso normal del trabajo. Tales causas pueden provenir del própio trabajador y de su entorno. Las que provienen del própio trabajador dependerán de su mayor o menor habilidad de aprovechamiento del tiempo, la cual, como se ha dicho, tiene que ser aprendida y cultivada. Por lo tanto, la primera medida en los planes de gestión del tiempo, será promover el aprendizaje y práctica de tal habilidad.

Las causas que provienen del entorno son innumerables y alguien las ha denominado ladrones de tiempo. Citaremos las más frecuentes: las interrupciones, las prisas, la falta de puntualidad, las visitas, el teléfono, las reuniones, las llamadas del jefe, la falta de planificación, la ausencia de delegacion, los múltiples encargos, los imprevistos, etc. Todas estas y otras muchas causas que pudieran aparecer, deberian ser objeto de estudio y atención para encontrar la forma de evitarlas o, al menos , minimizarlas. Esa será misión de una buena gestión del tiempo.

lunes, 13 de mayo de 2013

Abrir Tajo

Es frecuente oir la frase tópica "el undécimo mandamiento es no estorbar". Cuando alguien está realizando una actividad que requiere mucho esfuerzo y atención, ocurre, a veces, que se ve perturbado, molestado o distraido por las actividades de otras personas en su proximidad. Puede ser que unos y otros persigan el mismo fin o fines similares. Sin embargo, si sus actividades no están debidamente coordinadas, el resultado  final requerirá mayor esfuerzo, más tiempo y mayor desgaste psíquico que los estrictamente necesarios. Esta situación se da con frecuencia en todos los ámbitos de la vida, pero tiene una importancia especial cuando se trata del mundo del trabajo. En la oficina, en el taller, en el laboratorio, etc., distintos tipos de trabajadores realizan sus tareas, todas ellas encaminadas al propósito general de la entidad. Pero el buen hacer, la fluidez, el ritmo y la eficacia del quehacer general dependeran de que las diversas tareas estén debidamente imbricadas unas con otras, de modo que no se obstaculicen entre sí. Es indudable que este  buen resultado es el que perseguirá una programación rigurosa, aunque también es cierto que ninguna programación será capaz de prever los mil y mil movimientos y situaciones perturbadoras que pueden ocurrir durante las largas jornadas de trabajo.

El problema de las interferencias en el trabajo afecta, en mayor o menor grado, a la productividad y, por ello, es necesario prestarle la atención que merece. Su tratamiento habrá de incluirse entre una serie de medidas cuya finalidad es facilitar el desarrollo de la actividad en su conjunto y allanar los obstáculos que se le ponen delante. Tales medidas suelen estar dispersas y desconectadas entre sí, por lo que será aconsejable tratar de reunirlas y cohesionarlas bajo un epígrafe significativo como, por ejemplo, Abrir Tajo.

El concepto de Abrir Tajo, tal como acaba de perfilarse, es tan impreciso que, con un poco de tolerancia, podría incorporar a grán parte de las técnicas de gestión. Sin embargo, el propósito original es que se limite solamente a aquellos aspectos que supongan eliminar trabas, aunque no será posible evitar la penetración en otros campos.

Eliminar trabas es una expresión equivalente a otras muchas como:  remover obstáculos, derribar barreras, desatascar obstrucciones, resolver dificultades, etc.. Todas ellas expresan, con ligeras diferencias de matiz, la necesidad de luchar constantemente contra las interferencias que suelen presentarse en el trabajo diario. Algunos ejemplos típicos ilustran muy bien el problema:

          1.- Estoy preparando un informe importante y dispongo de poco tiempo. Ya he reunido todos los datos y apuntes que necesito y estoy trabajando con la máxima concentrción. Sin embargo, en una zona próxima, varios colegas, más o menos desocupados, charlan en voz alta de sus cosas. Me resulta muy difícil mantener la atención y, de ese modo, el informe me quedará incompleto o defectuoso.

          2.- Estoy en mi despacho realizando mis tareas. Como siempre, tengo mucho trabajo y poco tiempo. Pero algunos de mis colaboradores me están interrumpiendo constantemente para consultarme sobre diversos asuntos (algunos son importantes pero la mayoría son baladíes, que podrían resolver ellos mismos). Resultado: termino mi jornada sin rendir lo que pretendía.

          3.- El jefe de un organismo es requerido para presentar un informe. Inmediatamente moviliza a todos sus colaboradores para que le busquen los datos e informaciones que necesita. Resultado: la actividad del organismo queda paralizada.

          4.- En un determinado centro, algunos trabajadores (tipo A) tienen muchas tareas que realizar y disponen de un tiempo escaso ( trabajo apresurado). Otros (tipo B) tienen un trabajo más tranquilo (mesurado), que les permite ciertas pausas a lo largo de la jornada. A veces, en alguna de estas pausas, los del tipo B se acercan a los del tipo A, con la menor excusa, para pasar el rato. Estos, por cortesía, no saben como hacerles ver que están apurados de tiempo.

          5.- Estoy resolviendo asuntos en el despacho de mi jefe ( o de un colega). Suena el teléfono y mi jefe ( o mi colega) se pasa un buen rato hablando y resolviendo otros asuntos. Yo estoy perdiendo mi tiempo y no encuentro el momento oportuno para marcharme.

          6.- En toda organización, grupo, sección, etc., hay siempre uno o varios trabajadores que realizan todas sus tareas perfectamente, mientras que los restantes son meros cumplidores o verdaderos incapaces. El resultado es que los trabajos más comprometidos o delicados se encargan siempre a los primeros, quienes ven así incrementada su carga de trabajo, con la consiguiente zozobra por falta de tiempo.

Estos seis ejemplos constituyen una muestra mínima de las innumerables incidencias perturbadoras que se producen continuamente en todos loa ámbitos laborales. Tales incidencias, como ya se dijo, causan, en los que las sufren, mayores esfuerzos, pérdidas de tiempo y desgaste psíqico. Sin temor a equivocarnos, se puede afirmar que todos los trabajadores sufren algunas interferencias de diversa índole en el transcurso de su jornada laboral. Cada interferencia supone una pequeña pérdida de rendimiento. La suma de todas las pequeñas pérdidas por cada trabajador, por toda la plantilla, por jornada, por més y por año, puede representar una mella considerable de la productividad.

Así pues, no se trata de un problema menor. Pero es que, además, no tiene fácil solución. La enorme variedad de casos y situaciones obliga a que deban afrontarse caso por caso, cuando existe voluntad para ello, cosa que no siempre ocurre. Las interferencias se presentan aisladamente y, por lo general, se convive con ellas de un modo rutinario. Se admiten con desagrado y se intenta soslayarlas como buenamente se pueda. El efecto perturbador ya se ha producido y, una vez desaparecida la interferencia, se olvida y hasta la próxima.

No sería lógico conformarse con tal estado de cosas sin intentar hacer algo. El problema habrá de encararse buscando algún medio simple basado en el sentido común. Cualquier procedimiento que se intente debe tener como primera premisa, que su aplicación no suponga complicar la gestión, sino, por el contrario, facilitarla. A tal fín, se propone un plan sencillo con tres pasos, en general sucesivos, aunque en ciertos momentos, puedan darse simultaneamente. El primer paso consiste en identificar los elementos perturbadores. El segundo es la elaboración y aplicación del plan de defensa. Y el tercero será fomentar y estimular las actitudes favorables en todos los niveles, lo que podría designarse como  campaña de promoción.

Elementos perturbadores

Son innumerables y de naturaleza muy diversa, las circunstancias que pueden entorpecer, estorbar, agobiar, molestar, distraer, fastidiar o irritar a un trabajador en el desempeño de su tarea. Unas son físicas (obstaculizan los movimientos, reducen el espacio); otras son ambientales (ruidos, mala iluminación, temperatura inadecuada, contaminación, falta de limpieza); otras se refieren a las incidencias del trabajo (interrupciones, casos urgentes, reuniones, teléfono); otras son de índole psicológica (problemas personales, disgustos, inquietudes); y otras ocasionadas por quien, algunas veces, es el peor perturbador: el propio jefe. Un jefe absorbente o poco delegante cercena la iniciativa del trabajador. Este, al principio, se esfuerza y preocupa pero, más adelante, termina por limitarse a cumplir estrictamente lo que se le ordena sin poner nada de su parte (se encoge de hombros), adoptando una actitud cercana a lo que se conoce burdamente como funcionarismo.

Conviene insistir en esta cuestión porque, a veces, representa un grave impedimento para que la actividad laboral se desarrolle con fluidez y provecho. El trabajador necesita libertad para poder actuar con iniciativa, sin experimentar la sensación de ser objeto de continua vigilancia y observación, cuando no de frecuentes correcciones o reprimendas por parte de sus superiores. El resultado ya se sabe: desmotivación, desinteres y desvinculación de los fines de la entidad.

Tal como se ha dicho, no es posible considerar todas las perturbaciones que pueden presentarse en el desarrollo de una tarea determinada, puesto que la mayoría son aleatorias. Sin embargo, siempre existirán algunas circunstancias concurrentes y repetitivas que sí conviene determinar y relacionar. En esta labor, el principal protagonista debe ser el própio trabajador, quién tendrá que involucrarse en el estudio de la ejecución de su tarea, indicando los obstáculos más frecuentes que  suelen presentarsele. Con esa breve información, procedente de los distintos trabajadores de un área determinada, se podrá elaborar un esquema simple de las interferencias más comunes en dicha área, lo que permitirá enfrentarse a ellas tras una pequeña campaña informativa.

Vemos que el proceso puede ser relativamente sencillo, siempre y cuando exista una voluntad firme de emprenderlo y en esto reside la principal dificultad del plan. Los responsables de ponerlo en práctica, o sea, los jefes, están siempre muy ocupados para ponerse a pensar en estas zarandajas. Es una situación parecida a la que ocurrió, hace bastantes años, con la Gestión de Calidad, cuando empezaron a conocerse estas técnicas. Los encargados de impulsarlas pronto se entusiasmaban con ellas, pero no eran capaces de transmitir su entusiasmo a los directivos, siempre preocupados por los problemas urgentes de la empresa.

Plan de defensa

La elaboración de este plan debe estar sujeta a una condición fundamental: la simplicidad. Ante la probable mala aceptación de algo novedoso pero, en principio, poco atractivo, habrá que hacer un planteamiento sencillo y de fácil ejecución. La primera medida será delimitar el campo al que, en princípio, se va a aplicar el tratamiento: una oficina, una sección, un departamento. Los trabajadores del área elegida serán, como ya se dijo, los que determinen las perturbaciones más frecuentes que se les presentan en sus tareas. Con el conjunto de todas estas informaciones se podrá levantar un inventario de interferencias y, a partir de él, determinar las acciones neesarias para evitarlas. Habrá que facilitar el contacto entre los distintos trabajadores para estudiar los posibles solapes de sus tareas, tanto en el tiempo como en el espacio. La elaboración del plan, así como su puesta en práctica, tienen que contar con la buena voluntad de los jefes y la motivación de los trabajadores. Ambas actitudes se estimularán si se acomete una decidida

Campaña de promoción

Antes de entrar en materia, conviene hacer una reflexión sobre esa moderna herramienta de gestión que consiste en estimular la inteligencia emocional de los trabajadores. Como es sabido, esta modalidad de inteligencia incluye una serie de cualidades morales (honradez, lealtad, rectitud, etc.) y personales (fuerza de voluntad, entereza, facilidad para relacionarse, etc.), que deben acompañar a las aptitudes profesionales (suma de conocimientos y habilidades). Una componente básica de la inteligencia emocional es la empatía , o sea, la capacidad de comprender y apreciar los sentimientos y los problemas de los demás. Sin lugar a dudas, la empatía es la cualidad más importante para facilitar las relaciones humanas, tanto en el ámbito social como en el laboral. Un ambiente de empatía generalizada en un centro de trabajo, sería el lubricante necesario para que todas sus actividades se realizasen sin roces ni chirridos. Sin embargo, en la campaña de promoción que estamos considerando, debemos limitarnos a un propósito más modesto como es el de promover en los trabajadores la idea de que no deben perturbar a sus colegas en el desempeño de su labor y el convencimiento de que, actuando así, se benefíciará  la actividad del centro en su conjunto. Tal sentimiento es algo así como una empatía limitada, o bien, como un rasgo acotado de la empatía.

Así pues, la campaña de promoción del plan de defensa contra las interferencias en el trabajo, debe contar, como elemento básico, con la predisposición de los própios trabajadores, que habrá de ser fomentada mediante los oportunos procesos informativos. La campaña comenzará una vez que los responsables (jefes, directivos, etc.) hayan tomado la decisión firme de implantar el plan de defensa y se completará cuando se adopten las medidas necesarias para motivar y vincular a los trabajadores con el plan.  







miércoles, 1 de mayo de 2013

Convivir (VI)

La habilidad de la empatía

En todos los ámbitos de la convivencia, el protagonista único es el ser humano. Los conflictos y las disputas se originan siempre porque alguien así lo decide, tanto en las relaciones personales, como en las que se establecen entre grupos de distintas clases. Por lo tanto, todos los estudios, esfuerzos y acciones que pudieran realizarse con la intención de procurar la convivencia pacífica generalizada, tendrían que estar encaminados a buscar la trnsformación y perfeccionamiento de las características y cualidades de los seres humanos.

Ya se ha mencionado la importancia que, en las relaciones humanas, tiene la empatía, el sentimiento que nos induce a ponernos en el lugar del otro y comprender sus problemas. La empatía es una actitud que puede adoptar una persona en un momento determinado y que también podría manifestarse en ella de un modo más o menos habitual. Pero lo ideal sería que la persona mantuviese permanentemente dicha actitud, o sea, que tuviese la habilidad de la empatía, como la ha denominado el sociólogo Bill Drayton (Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional). La habilidad de la empatía se consigue, como todos los hábitos, practicándola una y otra vez, hasta que tome carta de naturaleza en la esencia de las personas. Es necesario inducirlas al aprendizaje de tal habilidad y animarlas a su aplicación para que se transforme en un hábito. Como dice Bill Drayton, la habilidad de la empatía debe aprenderse desde la infancia e impartirse en la escuela como las matemáticas o la lengua.

Vemos, pués, que esta sería una condición esencial para que, algún dia, pudiera alcanzarse en el mundo un clima de convivencia pacífica generalizada, por lo que, como primera medida, sería necesario promover una cruzada universal para impulsar el estudio y práctica, desde los primeros años, de la habilidad de la empatía. Esto podría constituir el primer mimbre de ese utópico armazón quistológico que venimos mencionando.  

sábado, 20 de abril de 2013

La mediación

Cuando se origina una confrontación, siempre será muy útil la existencia de alguien más o menos próximo a las partes, que intente imponer cordura y atemperar los motivos de la disputa. Ese alguien podrá actuar espontáneamente, o bien, a petición o con consentimiento de ambas partes, en cuyo caso asumirá la condición de árbitro o mediador. Para el desempeño de su ´función, el mediador deberá seguir unas pautas muy estrictas de forma que, al final, su dictamen pueda ser aceptado por ambas partes. Dichas pautas podrian resumirse en los siguientes puntos:

1.- Absoluta imparcialidad.

2.- Rechazar cualquier tipo de presión procedente de fuera de las partes.

3.- Atender todas las razones alegadas por las partes.

4.- Establecer claramente el objeto de la polémica. Delimitar claramente los puntos de la polémica. Rechazar la entrada en discusión de temas ajenos a la polémica.

5.- Neutralizar la carga de pasión de la polémica. Llevar la discusión a terminos de raciocínio cartesiano.

6.- Utilizar la compensación. Cedo aquí para ganar allá.

7.- Definir claramente las dos posiciones enfrentadas. Establecer las listas de exigencias, peticiones, aspiraciones y posibles concesiones de ambas partes.

8.- Basar el juício en la Justícia con prioridad a la Ley.

9.- Hacer que cada parte se suponga en el lugar de la contraria.

10.-Hacer ver los perjuicios de la polémica y las ventajas de la avenencia, no solo para las partes, sino también para su entorno.

11.-Utilizar grandes dosis de paciencia, sentido común, razonamientos cartesianos y afecto indiscriminado hacia las dos partes.

12.-Luchar por todos los medios para evitar que llegue a alcanzarse el punto de encono irreversible.

domingo, 14 de abril de 2013

Convivir (V)

Ambito de aplicación.

Es evidente que la convivencia pacífica generalizada en este mundo es una utopía. Existen obstáculos insalvables que la imposibilitan y aunque fueramos capaces de identificar, uno por uno, en los distintos planos de la convivencia, la totalidad de dichos obstáculos, llegaríamos a la misma conclusión de imposibilidad. Sin embargo, ya se dijo, es necesario dejar la puerta abierta por si, en el futuro, apareciese alguna luz que alumbre nuevos intentos. Hay que estimular a mentes preclaras, en los distintos campos del conocimiento, para que se animen a aportar ideas que, debidamente aglutinadas, contribuyan al establecimiento de una plataforma científica para el estudio y promoción de la convivencia pacífica en todos sus planos. Esta plataforma podría llamarse Quistologia, o cualquier otro nombre que se estime acertado.

Antes de continuar con cualquier consideración relativa a la convivencia, es necesario identificar a los implicados. Convivir es vivir con otros. Pero ¿quienes son los unos y los otros?. ¿Se trata sólo de personas o se incluyen también los grupos y colectividades?. Indudablemente, la convivencia hay que considerarla en todos los tipos de relaciones, si bien con distintas particularidades y matices. Por eso conviene tener una visión panorámica de todo el ámbito de aplicación y de todas las modalidades de convivencia. El verbo convivir tiene un caracter de reciprocidad entre sujetos (si A convive con B, también B convive con A), los cuales mantienen entre sí una relación más o menos estrecha

El panorama general de los distintos tipos de relaciones podría ser el siguiente:

Familiar: Entre cónyuges, entre padres e hijos, entre hermanos y entre parientes de distintos grados.

De amistad: Entre amigos y conocidos.

Laboral:  Con los superiores, con los inferiores, con los compañeros de trabajo.

Social: Entre vecinos y conciudadanos, con personas de diferentes étnias, religiones, partidos políticos, nacionalidades, etc..

Económico: Con clientes, con proveedores, con la competencia, entre empresas, con los bancos, con Hacienda, con los sindicatos, etc.

Político: Con las distintas autoridades, entre organismos públicos, entre estados y paises diferentes, con organismos internacionales, etc..

Pueden existir otros tipos de relaciones, pero los reseñados seguramente bastan para entrever todas las variedades de convivencia en los tres planos de personas con personas, personas con grupos y grupos con grupos.

sábado, 30 de marzo de 2013

Autosugestión

La autosugestión es un aspecto del control mental que afecta a la función subconsciente. Como es sabido, la personalidad de un individuo está constituida por una serie de rasgos firmemente enraizados en la profundidad de su mente, que es el subconsciente. Una persona es lo que cree ser. Su manera de actuar y sus reacciones ante los acontecimientos de la vida,  van perfilando el juicio que tiene de sí misma y de sus capacidades. Tal juicio se va grabando poco a poco en el subconsciente, formando un modelo al que responderá su comportamiento.

La autosugestión puede hacer que una persona modifique voluntariamente ese modelo mediante el envio de mensajes al subconsciente orientados a borrar ciertos rasgos negativos y grabar, en su lugar, otros positivos que enriquezcan su personalidad. El empleo de la autosugestión da sentido a la afirmación de que el hombre es dueño de su destino, puesto que es capaz de influir en su subconsciente para cambiar de conducta.

La práctica de la autosugestón consiste en repetir mentalmente muchas veces la frase que contiene el mensaje (por ejemplo, "Soy muy sereno y templado"), de forma que vaya penetrando en el subconsciente y tomando carta de naturaleza. La repetición debe ser maquinal, sin realizar esfuerzos de asimilación, ya que el destino del mensaje no es la mente consciente. Las frases utilizadas han de contener siempre elementos positivos, evitando las alusiones negativas. Por ejemplo, deberia usarse la frase "Soy una persona diligente", en lugar de "No soy perezoso". Las ocasiones mas favorables para practicar la autosugestión son aquellas en las que la mente se encuentra relajada o en estado de cierta somnolencia, como al ponerse a dormir o al despertarse. En cada sesión debe repetirse la frase bastantes veces, pero sin hacer esfuerzos para llevar la cuenta

domingo, 24 de marzo de 2013

La generosidad

Ya se indicó que la bondad es la cualidad aglutinante de los diversos valores que integran la "calidad humanas". Uno de estos valores y de los más notables, es la generosidad, que supone la inclinación a desprenderse de los bienes própios en benefício de los demás y que, en los casos heróicos ( que están en la mente de todos), llega hasta el ofrecimiento de la própia vida. La generosidad ilumina las relaciones humanas y es el mayor antídoto contra el egoismo. La persona generosa muestra su inclinaciíon hacia todo el mundo y no la reserva solo para sus afines. Una frase muy escuchada ("soy muy amigo de mis amigos") no es una buena muestra de generosidad.

viernes, 22 de marzo de 2013

Curso breve de relaciones humanas

En una oficina americana habia un cartel en el que se leía lo siguiente:

          The six most important words:

                    I ADMIT I MADE A MISTAKE.

          The five most important words:

                    YOU DID A GOOD JOB.

          The four most important words:

                    ¿ WHAT IS YOUR OPINION ?.

          The three most important words:

                    IF YOU PLEASE.

          The two most important words:

                    THANK YOU.

          The one most important word:

                    WE.

          The least important word:

                    I.

                   

                   

lunes, 18 de marzo de 2013

Julián Marias, adalid de la verdad.

Pocas personas han manifestado su obsesión por la verdad, de un modo tan notorio, como el filósofo y escritor Julián Marias. En sus innumerables escritos, siempre aparece esta faceta de su pensamiento: la verdad, como fundamento de la justicia y la mentira, como causa de todos los males. Como ejemplos de lo indicado, conviene reproducir algunas de sus frases, tomadas de sus artículos en la tercera página del ABC:

-- "El uso sistemático, organizado y frio de la mentira, es el factor capital de la corrupción".

-- "La mentira introduce la perversión en las relaciones humanas".

-- "Sería apasionante estudiar el papel de la mentira en los casos más graves de discordia profunda, luchas  y hasta guerras en los diferentes paises".

-- "La verdad es el único fundamento posible de la concordia".

-- "Lo gravísimo, lo inadmisible, es el uso sistemático de la mentira, el culto a ella, a veces de manera ritual, con el automatismo de las recetas, los tópicos, las consignas y todos los artilugios de esa funesta invención que se llama propaganda.

-- "El historiador, el sociólogo, el político, deben guardarse de confundir la realidad con sus deseos y conveniencias.".

-- "Si se repasan las calamidades de todo orden que han sobrevenido a un pais cualquiera, se puede comprobar que, en su mayoria, han sido consecuencias de mentiras que se han aceptado y se han dejado circular".

-- "La responsabilidad de los intelectuales consiste en decir la verdad y denunciar la mentira".

-- "La mentira tolerada, aceptada, tal vez aplaudida, es el más grave despojo de la condición misma de la vida humana".

domingo, 3 de marzo de 2013

Convivir (lV)

Los enemigos de la convivencia

Obviamente, el modelo ideal de la convivencia perfecta es una real utopía. Es hora, pues, de determinar los factores que deterioran la convivencia pacífica y que, en ocasiones, la hacen saltar por los aires. Son factores heterogeneos, casi siempre originados por las pasiones (dando a la palabra pasión el significado de "perturbación o efecto desordenado del ánimo"), aunque en otros casos están relacionados con defectos o taras de las personas. Hay que tener en cuenta que los conflictos, sean entre individuos o entre grupos, no se originan por las circunstancias que se plantean sino por las reacciones de las personas ante ellas.

El primer enemigo de la convivencia es el egoismo. Todo el mundo da prioridad a sus propios problemas y es lógico que así sea. E, igualmente, es natural y saludable tener un moderado nivel de autoestima. Pero lo que realmente constituye semilla de conflictos es el excesivo amor a uno mismo, el cual se pone en evidencia en forma de sentimientos y pasiones diametralmente contrarios a la empatía, como el orgullo, la vanidad, la ira, la avarícia, el odio, etc. Otras manifestaciones del egoismo son la autoindulgencia y la autocomplacencia. La primera significa que uno tiende a minimizar y disculpar sus propias faltas. Si grito, me impaciento, ofendo o me burlo de alguien, considero que lo hago sin mala intención y debo ser disculpado. Al fin y al cabo, "no es para tanto". Esta autodisculpa es más acusada cuando se tiene cierta ascendencia sobre los otros (caso de los jefes, familiares, profesores, etc.).La autocomplacencia (no debe confundirse con la autoestima ni con la dignidad) es el resultado de tener un altísimo y desmedido concepto sobre uno mismo, de considerarse incapaz de obrar mal o equivocarse. Frases como "nunca me equivoco", "odio la injusticia", "las veo venir", "soy incapaz de hacer daño", "si tengo que hacer un favor, lo hago" o las tres "yoyas" ("yo ya lo dije", "yo ya lo sabia", "yo ya lo advertí"), son algunos ejemplos de autoalabanza y enaltecimiento del ego.

Otro enemigo de la convivencia, afín al anterior, es el que podria llamarse egoismo colectivo, un sentimiento de apego excesivo al grupo al que se pertenece. Supone la exaltación del "nosotros" frente a "los otros", hacia quienes solo se muestra desafecto o desprecio. Nosotros somos los buenos, los mejores, los más inteligentes, los que siempre tenemos razón. Los otros son malos, egoistas, despreciables, indignos de consideración (¿Hay algo más lejos de la  empatía?). A los nuestros, el mayor apoyo. Alos otros, ni agua. El sentimiento de grupo o sentimiento tribal constituye, en cierto modo, uno de los instintos básicos con los que nos ha dotado la naturaleza. Todos tenemos tendencia a identificarnos con nuestro entorno, a amar lo que nos resulta cercano. Este sentimiento puede presentar aspectos nobles y saludables como el amor moderado a la familia, a los amigos, a la patria, a determinados ideales o creencias. Sin embargo, cuando tales sentimientos se exacerban y desmesuran, pueden dar lugar a enfrentamientos de suma violencia y consecuencias trágicas. El racismo, la xenofobia, el ultranacionalismo y el fanatismo religioso son ejemplos claros de lo que pueden llegar a pervertirse los sentimientos de grupo. La forma de actuar de los seres humanos integrados en un grupo, experimenta una notable transformación respecto a su conducta individual. Personas con buenos principios, pueden ser capaces de realizar acciones reprobables cuando actúan colectivamente con su grupo. El sentimiento tribal les proporciona la correspondiente relajación de su conciencia sobre los males causados a los ajenos al grupo.

El egoismo colectivo es la causa principal de los mayores conflictos de la Humanidad (guerras, genocídios, terrorismo, etc.) y también de otros muchos conflictos y enfrentamientos, de menor intensidad, pero que perturban gravemente la convivencia entre grupos de diversa ïndole. Y, de la misma manera, el egoismo individual, en todas sus manifestaciones, es causa determinante de los conflictos y enfrentamientos que se producen en el interior de los grupos, sea en el seno de las familias o de cualquier comunidad o estamento social. Ambos egoismos son grandes enemigos de la convivencia, pero no son los únicos. Veamos otros.

La maldad humana está presente en infinidad de tragedias y calamidades. Se ha dicho que los seres humanos, en su calidad de racionales, tienen una tendencia natural hacia el bien y la generosidad. Sin embargo, es un hecho cierto que la maldad existe y que, en todos los lugares y en todas las colectividades, existen seres perversos cuyo objetivo en la vida es hacer el mal. La maldad humana es una derivada de ciertas dolencias mentales (psicopatias), generalmente de nacimiento, aunque, a veces, son el resultado final de un proceso generado por circunstancias vitales muy desfavorables. Sea como fuere, la maldad humana puede causar las mayores desgracias y el mayor dolor, tanto a individuos aislados como a grupos completos. Se presenta con diversos matices como la crueldad, el sadismo, el ensañamiento, la barbarie, etc., todos ellos, acepciones distintas del mismo concepto. Los seres perversos pueden causar sus daños personalmente o bien, influyendo o coaccionando a otros para que los causen y de esto último tenemos infinidad de ejemplos históricos y actuales.

Otro factor opuesto a la convivencia pacífica es la mentira. Faltar a la verdad es una practica absolutamente generalizada en todos los ámbitos de la vida, cuando así conviene a los propios intereses. No se trata de negar la evidencia, sino de retorcer o modificar voluntarimente la interpretación de los hechos o, en su caso, negarlos o inventarlos, con el fin de obtener beneficios o evitarse perjuicios. Por supuesto que la mentira no es admitida formalmente por la sociedad. Las distintas religiones la consideran un pecado y en todas las civilizaciones se condena su uso, aunque, a veces, con una actitud hipócrita. Sin embargo, es un hecho que la mentira está instalada e infiltrada en todos los ámbitos de la vida (familiar, laboral, social, económica, judicial, política, en los medios de comunicación, etc.). Sus efectos son, a veces, demoledores.
Puede decirse que la mentira es uno de los enemigos más sutiles de la convivencia, tanto en las relaciones personales como entre grupos más complejos.

Existen otras muchas causas de conflictos aunque, por lo general, son derivadas o variantes de las anteriormente reseñadas. Por su grán transcendencia, conviene citar algunas y comentarlas brevemente.

La delincuencia, que puede originar enormes desgracias, a veces trágicas, para sus víctimas. En este epígrafe se incluyen todos los tipos de delitos, desde los individuales hasta los cometidos por bandas organizadas, el narcotráfico, el terrorismo, etc.

La injusticia, ocasionada por la aplicación desigual de las leyes y la existencia de privilegios. También la lentitud de los procedimientos judiciales da lugar, a veces, a grandes injusticias.

El fanatismo. Parece mentira como se puede influir en una masa humana con teorias racistas, nacinalistas o religiosas, hasta el punto de convertirla en un conjunto de seres enajenados, capaces de cometer las mayores barbaridades en nombre de tales teorias o creencias.

La corrupción,  que es una modalidad de delito muy singular y que, por desgracia, se encuentra profundamente infiltrada en todas las capas de la sociedad. Los efectos de la corrupción son devastodores por su poder de contaminación, favorecido por la codicia y el sigilo.

Lo expuesto nos confirma las impresiones más sombrias sobre la posibilidad de mejorar la convivencia en el mundo. Pero, como ya se ha dicho, habrá que seguir insistiendo con reflexiones varias sobre un tema tan sensible, aunque tales reflexiones resulten, a veces, meras obviedades y no constituyan una linea de pensamiento consistente.

jueves, 21 de febrero de 2013

Los hábitos

Cuando uno necesita mejorar sus perspectivas en la vida, tiene que someterse a un proceso de cambio. Debe sustituir ciertos usos y costumbres por otros más apropiados o, lo que es lo mismo, adquirir hábitos nuevos positivos y desterrar otros que resultan perjudiciales. Ambos procesos requieren grandes dosis de fuerza de voluntad y perseverancia, por lo que constituyen muy buenos ejercicios para el desarrollo de tales cualidades. Un hábito se adquiere por la repetición de actos similares, lo cual, seguramente, supondrá algún esfuerzo físico o mental para vencer la resistencia a alterar el dolce far niente. Lo mismo ocurre con el desarraigo de un hábito negativo, que significará un esfuerzo de renuncia continuado.

¿Cuales son los hábitos que conviene adquirir y los que deben desterrarse?. Esta es una cuestión subjetiva. Nadie mejor que uno mismo conoce sus puntos débiles: los defectos que tendria que corregir y las malas costumbres que haria bien en abandonar. Por lo general, la necesidad de adquirir un hábito positivo es consecuencia de tener algún defecto  Así, a un desordenado, le vendría muy bien poner orden en sus asuntos, tanto laborales como personales; un parlanchín debería acostumbrarse a dominar su lengua ("El árbol del silencio da el fruto de la sabiduría", dice un antiguo proverbio árabe); quién se sabe adusto, habrá de esforzarse en ser más cordial, etc..

Hay también otros hábitos que conviene adquirir, si no se poseen, como, por ejemplo, la puntualidad, el aseo, la práctica del ejercício físico, la pulcritud, la costumbre de madrugar, etc.. Hay uno que merece tratarse aparte por su especial transcendencia. Es el hábito de rematar. Cuando se comienza una tarea, es necesario esforzarse al máximo en concluirla. El defecto contrario a este hábito es de los más perjudiciales y, por desgracia, de los más frecuentes. ¡Cuantos trabajos se inician, cuantos proyectos se acometen con todo entusiasmo y, en muchos casos, se abandonan a medio hacer, cuando aparecen las primeras dificultades o cede el ardor inicial¡. Todos tenemos experiencias de este tipo y conocemos la íntima y desagradable sesación de haber perdido el tiempo y derrochado nuestras energías.

miércoles, 13 de febrero de 2013

La preparación

Para la obtención de cualquier objetivo es necesario estar preparado y el proceso de preparación tiene una importancia decisiva y requiere el mayor esfuerzo. Se necesitará estar en posesión de ciertas facultades físicas y mentales , unas y otras en mayor o menor grado, según los casos, las cuales podrán cultivarse en la medida de lo posible. Pero, sobre todo, se tendrán que adquirir o perfeccionar las aptitudes específicas para el objetivo en cuestión, es decir, los conocimientos y habilidades necesarios.

Los conocimientos se aprenden mediante el estudio, la observación y la experiencia. Sus fuentes son los libros, revistas, conferencias, medios audiovisuales, investigaciones, contactos con expertos, etc. La tarea de adquirir conocimientos puede resultar árdua y prolongada, pero, aún así, habrá que empeñarse en dominar todas las facetas de la materia en cuestión. No conviene olvidar que el ejercício de una aptitud implica resolver infinidad de problemas y tomar un sinfín de decisiones. Para acertar siempre, o casi siempre, hay que tener un conocimiento profundo de las técnicas correspondientes y poseer la información más veraz sobre las particularidades de cada caso.

Es oportuno ahora llamar la ateción sobre un fenómeno psicológico muy importante. Se trata de que , por lo general, el ser humano no tiene verdadera conciencia de la magnitud de lo que ignora sobre cualquier materia. No es que voluntariamente se niegue a admitir su ignorancia, sino que, por naturaleza, la falta de un conocimiento adecuado hace ver las cosas mucho más simples y fáciles de lo que son realmente. La ignorancia simplifica los problemas. Esto permite comprender la ligereza y tranquilidad con las que la gente opina sobre cualquier asunto, aunque sea de grán complejidad. Todo se ve muy sencillo y se piensa que solamente con tomar tal o cual medida, el problema quedaría resuelto. Cuando se profundiza en el conocimiento de una materia, se van descubriendo aspectos completamente nuevos que modifican de forma sustancial las ideas anteriores y uno no puede menos de maravillarse de la cantidad de cosas que ignoraba y de los campos imprevistos que tendrá necesidad de explorar. El fenómeno de la "ignorancia inadvertida" explica tambien la cantidad de incompetentes que uno se tropieza en la vida, incluso profesionales, quienes pueden estar tomando las decisiones más erroneas plenamente convencidos de que son correctas.

Los conocimientos son fruto del estudio y la observación. Las habilidades, en cambio, se adquieren actuando, es decir, aplicando practicamente los conocimientos. La acción repetida, una y otra vez, va perfeccionando poco apoco el modo de hacer, hasta llegar a la destreza y la maestría. La ejecución correcta se convierte así en un hábito y el ejecutor en un experto. La habilidad aporta a una tarea rapidez, eficacia, potencia, perfección, finura o grácia, según los casos. El arte seria su expresión más relevante.

El desarrollo de una habilidad es una tarea muy laboriosa, que exige considerable dedicación durante mucho tiempo.Es necesario someter a un adiestramiento riguroso las distintas facetas de la habilidad, tratando de desvelar sus secretos y de dominar sus técnicas hasta poder aplicarlas con facilidad, rapidez y perfeción. El adiestramiento crea la habilidad, pero luego se necesita un entrenamiento continuo para mantenerla en su punto. Casos hay, incluso, en los que la falta de entrenamiento diario se deja notar inmediátamente, como les ocurre a un pianista, un cantante o un atleta.

Conocimientos y habilidades constituyen el eterno binómio Teoria-Práctica. La primera proporciona las herramientas y la segunda enseña a utilizarlas. Ambas son imprescindibles para el ejercício de una aptitud. Si una de las dos flojea, el conjunto se resiente. Sin embargo, las propociones de ambas en cada aptitud son diferentes. Por ejemplo, un deportista puede necesitar un 10% de conocimientos y un 90% de habilidades; un pianista, un 30% y un 70% y un abogado, un 60% y un 40%, respectivamente. Son cifras sólo estimativas, pero dan una idea de la influencia de uno y otro factor.

miércoles, 30 de enero de 2013

Convivir (III)

Convivir en paz
La convivencia pacífica se caracteriza por la inexistencia de conflictos y una sólida armonía en las relaciones. Si esta situación se prolongase indefinidamente, podría considerarse lo más próximo a "la felicidad en este mundo", ya que supondría la ausencia de todo mal provocado por la voluntad de otros seres humanos. Quedarian, por lo tanto, como unicas fuentes de infortunio, las derivadas de causas aleatorias como los accidentes, las enfermedades, las catástrofes naturales, etc..

Una de las condiciones esenciales para promover la convivencia pacífica en un mundo ideal sin conflictos, seria la generalización de actitudes de empatía en todos los niveles de las relaciones humanas, lo que significa comprender y apreciar los sentimientos, las emociones y los problemas de aquellos con los que hay que convivir.

La empatía generalizada seria condición esencial en  el mundo utópico, sin conflictos, que se está tratando. Pero, evidentemente, no la única. Las relaciones entre personas y entre grupos tienen que estar reguladas por normas, más o menos formales, que tengan en cuenta los intereses y las necesidades de todos y cada uno. En este concepto amplio de norma se incluyen desde las meras pautas, no escritas, de conducta personal, hasta las leyes y disposiciones que rijan los estados o comunidades, así como los tratados internacionales. Tales normas tendrían que estar inspiradas en el concepto de "bien común", es decir, bien para todos, sin excluir a nadie. Todos tienen intereses y necesidades que habrá que satisfacer. La convivencia supone tener derechos y obligaciones. La convivencia pacífica significa que esos derechos y obligaciones serán razonables y, además, que cada uno tendrá, por una parte, garantia plena de que sus derechos serán respetados y, por otra, una buena disposición para cumplir sus obligaciones. Tal situación proporcionaria un clima general de confianza y, en suma, de paz.

La mera existencia de normas presupone que alguien tendrá que garantizar su cumplimiento. Desde personas con autoridad en las relaciones personales (por ejemplo, los padres en la familia) hasta directores y gobernantes en las organizaciones más complejas, siempre habrá quien se encargue de velar para que las normas se cumplan y se garantice la justícia. Se llega así al Principio de Autoridad como soporte de la convivencia pacífica y como regulador del ejercício de la libertad.

Todo lo anterior no es más que un voluntarioso ejercício de ingunuidad al suponer que los males de este mundo podrian resolverse mediante soluciones simples y fórmulas sencillas, en aplicación del fenómeno de la "ignorancia inadvertida" (la ignorancia simplifica la solución de los problemas). Sin embargo, no deja de ser un modelo ideal de lo que podría ser una sólida convivencia pacífica y sobre el cual, u otros similares, deberian elucubrar los futuros quistólogos.

sábado, 19 de enero de 2013

El éxito

El triunfo es un logro individual. Puede alcanzarse en equipo, pero su efecto se manifestará  siempre como una sensación personal. El triunfo total y completo sería conseguir la felicidad plena, lo cual, ya se sabe, es una quimera. Existe una modalidad de triunfo que es la victória en una confrontación (una partida, un campeonato, una oposición, un pleito, una lucha, una guerra, etc,). Alguien será el vencedor, pero habrá también un perdedor o varios perdedores. Además, el triunfo puede no ser satisfactorio (recordemos las victorias pírricas).

Conviene profundizar un poco en el significado de las palabras. Exito y triunfo son dos conceptos muy similares, pero tienen ligeros matices diferenciales. Exito es, según el diccionario, el resultado feliz de un negocio, actuación, etc.. Triunfo, en cambio, tiene dos acepciones muy claras: victoria y éxito feliz de un empeño dificultoso. Por ello, cuando se trate de una confrontación, será mas correcto emplear las palabras triunfo o victoria, mientras que, en el logro de un fin o en la superación de un obstáculo, podrán utilizarse éxito o triunfo, si bien ésta  última da idea de mayor transcendencia. La palabra ganar también se emplea con el doble significado - además de otros - de vencer en una confrontacón y conseguir algo con trabajo y esfuerzo.

El éxito siempre ocurre a consecuencia de una acción. Hay que hacer algo y hacerlo bien. También requiere asumir un riesgo. Según los casos, tendremos que poner en juego nuestro tiempo, nuestro dinero, nuestras energías o, incluso, nuestra propia integridad física. Para alcanzar el éxito es necesario querer, poder y saber.. Querer no es simplemente desear o apetecer, sino tener un propósito firme y resuelto, para lo cual se precisan fuerza de voluntad, perseveráncia y actitudes de decisión y entusiasmo. Poder significa disponer de las facultades personales adecuadas (físicas o mentales, sgún los casos), de los medios necesarios y del valor para utilizarlos. Saber es estar en posesión de los conocimientos y habilidades que se requieran.

 Así pues, para estar en condiciones de lograr las metas que uno se haya fijado, será necesario prepararse, es decir,desarrollar las facultades que le falten, procurarse los medios y adquirir los conocimientos y habilidades requeridos. La labor de preparación puede resultar dura y prolongada en algunos casos, pero tal circunstancia no debe frenar el propósito de seguir adelante. En este punto preciso se encuentra el meollo de la cuestión. La disyuntiva entre las dos opciones de seguir o abandonar marca la frontera que media entre los triunfadores y el resto de los mortales, entre los que forjan su propio destino y los que van conducidos por las circunstáncias, entre los protagonistas de la vida y los que se limitan a ser espectadores. Triunfadores son los que idean, deciden ,hacen y mandan. Los restantes miran, soportan y obedecen.

sábado, 12 de enero de 2013

La serenidad

Es la actitud de la calma, el sosiego, la tranquilidad. Quizá sea la serenidad el atributo que mas caracteriza  a las personas relevantes. Incluso se hace figurar su nombre en ciertos tratamientos de la realeza ( "Alteza Serenísima" ).  Quienes, en situaciones comprometidas, conservan su sangre fria, sin alterarse ni perder los nervios, ofrecen una imágen de seguridad y confianza en si mismos que les sitúa en posiciones de dominio. Son personas que se sienten capaces de afrontar los problemas con garantía, sin mostrar timidez ni ningún otro signo de autolimitación.

En el polo opuesto están las personas nerviosas o inseguras, quienes , por lo general, se muestran tensas e inquietas, o bien denotan ansiedad en sus gestos y miradas.. Tambien está la gente violenta, siempre dispuesta a reaccionar con ira y a crear conflictos y enfrentamientos. Y los impacientes, que no son capaces de soportar con calma la menor contrariedad o espera.

La serenidad es una actitud que paga dividendos, porque permite a la mente actuar con todas sus capacidades. Los juicios que emita y las opiniones que exprese una persona serena responderán fielmente al dictado de su própia voluntad, puesto que no sufren la influencia perturbadora de un estado de nerviosismo o ansiedad. Mente templada, mirada tranquila, gestos reposados y postura relajada son los signos que denotan una actitud serena. ¡ Mente fria ¡, como dice un conocido actor de televisión.

lunes, 7 de enero de 2013

Concentración

La capacidad de concentración de la mente es esencial para realizar cualquier tarea con precisón y máximo aprovechamiento del tiempo disponible. Como se sabe, el pensamiento es de naturaleza errática, pasando libremente de un tema a otro al menor estímulo. Es necesario dominar esa tendencia natural del pensamiento, haciendo que se mantenga fijo a voluntad sobre un solo asunto. Para ello se requiere una labor paciente de adiestramiento y práctica, en la que la mente se vaya acostumbrando, poco a poco, a circunscribirse al tema que se le señale y se haga mas resistente a las perturbaciones que intentan desviarr su atención.

La falta de concentración es perniciosa en todos los campos de la actividad humana. Nos dificulta que entendamos plenamente lo que leemos o escuchamos. Tambien nos impide concebir ideas y argumentos claros en el desempeño de nuestras tareas, o dar respuesta adecuada a lo que se nos requiere. Y, sobre todo, nos hace malgastar el tiempo en elucubraciones mentales ajenas a lo que nos ocupa.

El adiestramiento de la concentración se realiza mediante ejercícios de "atención voluntaria", aplicados a diversos objetivos. Se debe empezar por casos muy simples, enfocando la mente en un asunto u objeto durante un corto tiempo, sin permitir que otros pensamientos ocupen el campo mental. Un ejemplo muy ilustrativo es el seguimiento consciente del acto de respirar. Debe sentirse como va penetrando el aire poco a poco en los pulmones a través de la nariz y la tráquea, como va dilatando el tórax y como, finalmente, es expulsado por el mismo camino, volviendo a iniciarse el ciclo. Durante un tiempo prudencial, debe mantenerse el pensamiento focalizado en la respiración, sin permitir que ningún otro estímulo desvíe la atención. De un modo similar, puede hacerse un seguimiento consciente de otros actos rutinarios como comer o caminar.

Avanzando un poco en el adiestramiento de la concentración, conviene adquirir el hábito de reflexionar (todo hábito se adquiere repitiendo, una y otra vez, la acción correspondiente). El objeto de la reflexión variará  según la própia conveniencia pero, en cada caso, habrá de ser muy concreto y claro, sin permitir que el pensamiento se separe de él.

Tambien pueden ser de utilidad para mejorar la concentración los ejercicios de visualización como, por ejemplo, recorrer mentalmente nuestro hogar, habitación por habitación, procurando visualizar todos los detalles. O, tambien, imaginar una escena agradable, con la mayor nitidez posible, en la que intervengan diversos familiares y amigos.

martes, 1 de enero de 2013

Convivir (II)

Lo que dicta la razón

La naturaleza juega cruelmente con los seres humanos: nos pone en este mundo sin contar con nuestra voluntad pero nos dota de un fuerte instinto de conservación para, finalmente, quitarnos la vida cuando le parece. Los animales tambien poseen ese instinto que, para ellos, constituye el principal motor de sus actos, Los humanos somos mas complicados: tenemos inteligéncia y esta facultad es la que nos dicta las normas de conducta respecto a los otros humanos con los que convivimos. El sentido común nos dice que, puesto que hemos de vivir juntos, lo mejor es llevarse bien. Es lo mas razonable pero, por desgrácia, poco frecuente. A cada momento surgen enfrentamientos y conflictos  que perturban la inteligéncia y enrarecen las relaciones. Sin embargo, ese ideal de armonía siempre ha estado presente en las aspiraciones humanas y ha impulsado el desarrollo de las ciencias del comportamiento como la Etica y el Derecho Natural. La razón, con sus sólidos argumentos, prescribe la necesidad de la convivencia pacífica. Pero, ¿cuales son esos argumentos?.

En primer lugar, por lo que significa la propia existencía. Se vive en precario, en tanto nos llega la muerte, por lo que parece lógico aspirar a un pasar sin grandes sobresaltos. Puesto que a todos nos espera la misma suerte o, como suele decirse, estamos en el mismo barco, debería generarse una especie de compañerismo entre los que estamos dbligados a convivir, lo que nos induciría a ayudarnos unos a otros.

Por otra parte, las luchas y los conflictos producen siempre angustia y desasosiego, por lo que existe una tendencia natural a evitarlos. La comodidad, la pereza y, en cierto modo, la inercia a los cambios de situación, son sentimientos que inducen a frenar las confrontaciones.

Los motivos indicados pueden tener cierto parentesco con el egoismo. Pero existen otros mas elevados que responden a una concepción noble de la vida humana, admitiendo una tendencia general hacia el bien y la solidaridad. Cuando, en el trascurso de su evolución, el género humano alcanza  el grado de racionalidad, se asientan en él rasgos de generosidad y benevolencia, junto con un fuerte instinto de justicia.

Así pues, existe una predisposición inicial a convivir en armonía con nuestros semejantes, es decir, a realizar las acciones conducentes a cubrir nuestras necesidades sin perturbar las acciones similares de los que nos rodean. Este planteamiento se ve rapidamente desmentido por la realidad, la cual nos muestra un escenario de conflictos generalizados, en todos los niveles, Sin embargo, no debe renunciarse al planteamiento utópico que propugna la razón. Es necesario que sigan existiendo, y cada vez en mayor número, personas idealistas dedicadas al estudio de la convivencia pacífica, en todos sus aspectos, con objeto de buscar la raiz de los conflictos y las fórmulas para resolverlos. Hacen falta mas quistólogos.