lunes, 7 de enero de 2013

Concentración

La capacidad de concentración de la mente es esencial para realizar cualquier tarea con precisón y máximo aprovechamiento del tiempo disponible. Como se sabe, el pensamiento es de naturaleza errática, pasando libremente de un tema a otro al menor estímulo. Es necesario dominar esa tendencia natural del pensamiento, haciendo que se mantenga fijo a voluntad sobre un solo asunto. Para ello se requiere una labor paciente de adiestramiento y práctica, en la que la mente se vaya acostumbrando, poco a poco, a circunscribirse al tema que se le señale y se haga mas resistente a las perturbaciones que intentan desviarr su atención.

La falta de concentración es perniciosa en todos los campos de la actividad humana. Nos dificulta que entendamos plenamente lo que leemos o escuchamos. Tambien nos impide concebir ideas y argumentos claros en el desempeño de nuestras tareas, o dar respuesta adecuada a lo que se nos requiere. Y, sobre todo, nos hace malgastar el tiempo en elucubraciones mentales ajenas a lo que nos ocupa.

El adiestramiento de la concentración se realiza mediante ejercícios de "atención voluntaria", aplicados a diversos objetivos. Se debe empezar por casos muy simples, enfocando la mente en un asunto u objeto durante un corto tiempo, sin permitir que otros pensamientos ocupen el campo mental. Un ejemplo muy ilustrativo es el seguimiento consciente del acto de respirar. Debe sentirse como va penetrando el aire poco a poco en los pulmones a través de la nariz y la tráquea, como va dilatando el tórax y como, finalmente, es expulsado por el mismo camino, volviendo a iniciarse el ciclo. Durante un tiempo prudencial, debe mantenerse el pensamiento focalizado en la respiración, sin permitir que ningún otro estímulo desvíe la atención. De un modo similar, puede hacerse un seguimiento consciente de otros actos rutinarios como comer o caminar.

Avanzando un poco en el adiestramiento de la concentración, conviene adquirir el hábito de reflexionar (todo hábito se adquiere repitiendo, una y otra vez, la acción correspondiente). El objeto de la reflexión variará  según la própia conveniencia pero, en cada caso, habrá de ser muy concreto y claro, sin permitir que el pensamiento se separe de él.

Tambien pueden ser de utilidad para mejorar la concentración los ejercicios de visualización como, por ejemplo, recorrer mentalmente nuestro hogar, habitación por habitación, procurando visualizar todos los detalles. O, tambien, imaginar una escena agradable, con la mayor nitidez posible, en la que intervengan diversos familiares y amigos.

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