lunes, 31 de diciembre de 2012

Control de la mente

Todos nuestros actos conscientes son consecuencia de una reflexión. Si ésta es ligera e insustancial, es posible que aquellos no resulten acertados. "Quien piensa poco, yerra mucho", dijo Leonardo da Vinci. Por el contrario, cuando la acción se produce después de una meditación profunda, existen muchas posibilidades de acertar.

El pensamiento es una función de la mente de naturaleza errática, por lo que hay que esforzarse en dominarlo para que pueda utilizarse sin trabas en aquello que la voluntad le ordene. Si se le deja siempre la rienda suelta, el pensamiento vagará sin rumbo de un tema a otro, impulsado por cualquier estímulo. En tales condiciones, cuando la persona se vea obligada a tomar una decisión o a expresar una opinión, su mente le recomendará la primera que se le ocurra.

Sujetar el pesamiento es, por lo tanto, una tarea esencial que supone esfuerzo y práctica, como ocurre con todo lo que tiene valor en la vida. La capacidad de pensar es una habilidad susceptible de ser cultivada y puesta a punto para usarla cuando sea necesario elaborar un criterio acertado. Hay que tratar de pensar despácio, con plena concentración y profundidad, tantear todos los aspectos de la cuestión, buscar las distintas soluciones, estudiar las consecuencias y establecer prioridades. La reflexión ha de ser sosegada y serena, sin arrebatos ni impaciencias que pueden inducir a errores.

El trabajo intelectual será el mayor beneficiario de una capacidad de pensar bien desarrollada, que dará como fruto la claridad de ideas, el sentido común y el raciocínio certero. Tambien  constituye el mejor caldo de cultivo para la creatividad, es decir, la facultad de alumbrar nuevas ideas en cualquier campo de las artes o de las ciencias.

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